la cámara melográfica



Apenas ya hay recuerdo del inventor de la cámara melográfica. Don Amaro Stropov, natural de Braschnietvitsa, construyó un receptáculo para plasmar la música. Básicamente, el principio es como sigue. Se inserta en la cámara el rollo de un pentagrama en blanco, a modo de carrete. Según accionamos el motor de bobinado, se impregna sobre el papel el espectro aleatorio que genera la resonancia. Idea lúcida: cómo ver el sonido.

Con su ayudante, realizó las primeras pruebas usando tinta de cinabrio. Stropov tocó el violín una mañana soleada durante quince minutos. El sonido de las cuerdas fue introduciéndose en el armazón de la cámara por medio de un sistema de tubos receptores, como pequeños gramófonos. Al término de ellos, una membrana bermeja percutía el papel inmaculado. El valioso documento fue enrollándose en las bobinas, lentamente. El resultado físico fue un continuum manchado de rojo sobre el infinito de seis rejas negras.

Después de su muerte, sus anotaciones escritas originariamente en inglés las publicó un editor avaro bajo el título "How to see the sound?". La única partitura conservada está expuesta en la vitrina 72 de la tercera planta del museo del Broadway Musical Art, Chicago. A día de hoy, no hay rastro de la cámara. Se conjetura que el mismo inventor la destrozó a martillazos en un arrebato de avanzada sordera. Como dejó de escuchar un extracto del mundo, ¿para qué, entonces, escuchar lo artifical? El silencio, ésta ha sido la única respuesta de la comunidad científica, que nunca le ha perdonado la violenta ceguera del sordo, empujándole a las mazmorras de los incomprendidos.
 

[Nota: Una primera versión de "La cámara melográfica" aparece en el fanzine del colectivo fotográfico Alumbre, en su número 7, octubre 2013]

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