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El matrimonio Arnolfini (1434), del flamenco Jan van Eyck, representa un segundo cuadro (aquí detallado) concentrado en el primero. |
Sobre la duda que
trasciende del ¿se escribe mise en abyme o mise en abîme?,
reporto unas palabras del ensayo de Donatella Izzo y de Lucien Dällenbach. Antes de ello, recordemos que el término mise en abyme proviene de los diarios de André Gide (1893) al observar el francés la curiosa estructura heráldica de un tipo de escudo, que "consiste en colocar, dentro del primero, un segundo en abyme". Es decir, lo que Gide tenía en mente era "la imagen de un escudo que recoge, en su centro, una réplica de sí mismo en miniatura" [Dällenbach 16].
Bien, para la teórica italiana, son diferentes ambos términos: abîme
es el abismo, en
sentido literal y filosófico, mientras que
abyme es más denso, un concepto que se refiere al autorreflejo, al
abismo del autorreflejo, que para Derrida es siempre infinito porque
se refiere a un juego de desplazamiento entre presencia y ausencia de
la obra en sí misma –muy derridiano, sin duda–. En cualquier caso, afirma Izzo,
el abyme contiene
todas las implicaciones del Abgrund heideggeriano [Izzo 24] (la traducción del italiano es mía, GHB).
Sin embargo, Lucien Dällenbach, el teórico más solvente para el estudio de la mise en abyme, se deslinda de algunas interpretaciones del término y prefiere retomar el concepto original gideniano. En este ensayo, citado abajo, Dällenbach señala que la palabra abyme
es un
“terminus technicus.
Evitemos, pues, toda especulación sobre sus ricas posibilidades
asociativas. […] [E]n vez de apelar a la gruta de Pascal, al abismo
de los místicos, al Abgrund
heideggeriano, al objuego
de Ponge, o a la différance
derridiana,
acudamos a un tratado heráldico, donde podremos leer:
«Abîme.–Corazón
del escudo. Se afirma que una figura está abismada cuando se halla
con otras en el centro del escudo, pero sin contacto con ninguna de
ellas»” [Dällenbach 16].
Puestas así las cosas, el problema vuelve sobre sí mismo: una especie de mise en abyme exegética. Aunque no haya acuerdo en sus consecuencias semánticas, ya hemos avanzado en que son dos cosas diferentes. Por lo tanto, la forma válida propuesta es mise en abyme. Para el lector despistado, es de subrayar que originariamente nació en el diario de André Gide con esta forma, abyme.
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curioso marco humano en abyme |
Por
último, para una definición a vuelapluma de qué es la mise
en abyme
valdría usar la definición de Lucien Dällenbach. En su libro El
relato especular. Ensayo sobre la «mise en abyme»
(Le Récit spéculaire
- Essai sur la «mise en abyme», 1977),
la presenta como “la obra dentro de la obra, la reduplicación
dentro del texto, la inclusión en el todo de su propio modelo a
escala reducida” (la traducción del francés es mía, GHB). En cualquier caso, utilizamos la voz "abismar" no sólo para dar la idea de un abismo vertiginoso, sino también de "una secuencia de planos percibidos desde una visión horizontal, provocando un efecto especular" [Figueroa 9].
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otra modelo ejerciendo de marco humano de sí misma |
En otra ocasión, con tiempo, también se podría hablar de la mise en cadre, que presenta Werner Wolf. Si tienen comentarios o sugerencias, el espacio de abajo está justo para eso.
***
Dällenbach, Lucien. El relato especular. Madrid: Visor, 1991.
Figueroa, Marie-Claire. Ecos, reflejos y rompecabezas. La mise en abyme en la literatura. Oaxaca de Juárez: Almadía, 2007.
Izzo, Donatella. Il racconto allo specchio. Mise en abyme e tradizione narrativa. Roma: Nuova Arnica Editrice, 1990.
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