Un día como hoy, 24 de agosto, pero de 1899, nació el escritor Jorge Luis Borges. Por ello, los amigos de Ficción mínima me mandan un microrrelato del argentino. Un buen modo para recordarlo.
'Un sueño'
En un desierto lugar del Irán hay no muy alta torre de
piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de
tierra y que tiene la forma del círculo) hay una mesa de madera y un
banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en
caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra
celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda
circular… El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los
prisioneros escriben.
(Jorge Luis Borges en Por favor, sea breve. 2001).
A primera vista, sorprenden el sigiloso trávelin -motivado por la atenuación despojadora de
elementos- y la perfecta arquitectura en la que nos encontramos. Además, destacaría el inagotable juego de espejos que ofrece, imágenes que se replantean una y otra vez. Se conoce como el efecto Droste, en
virtud del cual dentro de una imagen se propone otra, en miniatura,
que contiene en su totalidad a la mayor. Es algo que en varias ocasiones se le llama 'fractal', generalizando mucho en ello. La fractalidad, como se entendió en los años 70, implica la repetición múltiple y constante de un elemento sobre sí mismo.
Este micro, por cierto, me hace recordar, entre muchos otros ejemplos de infinitos, 'El huevo casacado', de Antonio Fernández Molina, donde se repite el citado efecto Droste, como dice el autor, 'indefinidamente'. Aquí os lo dejo, para deleite lector.
'El huevo cascado'
En la miseria un huevo es
cena frugal y sueño tranquilo. Cogí un huevo en mis manos y lo
casqué sobre la sartén.
En lugar de caer la clara
y la yema, salió un hombrecillo en todo semejante a mí. El
hombrecillo cascaba un huevo sobre la sartén más pequeña y salió
otro personaje más diminuto, que también se me parecía, con un
huevo en la mano que cascaba sobre otra sartén.
Y así indefinidamente.
(Antonio Fernández Molina. Dentro de un embudo, 1973)
Me recuerdan estos microrrelatos, aunque no creo que traten sobre lo mismo, a las palabras de Zhuang Zhou que decían algo así: anoche soñé que era una mariposa, ¿o acaso soy una mariposa que sueña que es Zhuang Zhou?
ResponderEliminarSaludos de Cristina, desde Aracena