Cogió el cuchillo. Empezó a amenazar
con la punta a cada uno de sus hijos. En fila india contra la pared,
ninguno se ofreció voluntario a salir. De izquierda a derecha, de
derecha a izquierda, apuntaba. En ellos había rostros de sorpresa,
de debilidad, de temor.
Volvió a repetir la pregunta:
¿Quién?, ¿quién de vosotros ha
tenido la idea de llevarme al asilo porque estoy chocheando?
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