mecedora


Cuando me levanto, imperceptiblemente, ella sigue moviéndose: mecedora estúpida, la quiero llamar, aún en balanceos de leve ritmo condenado a extinguirse. Pero ahora caigo en la cuenta de que ella se mueve porque algo la empuja a hacerlo. O más bien alguien.

Hoy me he quedado detrás del cortinaje esperando. No ha pasado tanto rato porque, según me he escondido, ha empezado a moverse. Y era mi madre. Ha regresado como hacía tiempo que no lo hacía. Ha apoyado ambos brazos en el reposadero. Ha reclinado la cabeza. Y ha empezado a balancearse hacia adelante y hacia atrás, hacia adelante y hacia atrás, en algo leve, como su cuerpo. Creo que tenía los ojos cerrados. Su máxima transparencia me impidió entrar en detalles. Al poco rato, se ha esfumado como vino, dejando tras su tenue blancor un leve movimiento en el vacío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario